Es lo injusto del fútbol, un deporte en el que normalmente
la gloria se la llevan los que meten los goles y el fracaso los porteros que
los encajan. Pero lo bueno de los porteros es que se levantan una y otra vez,
sin importar las críticas de los demás. Nadie es capaz de sentir esa felicidad
al parar ese balón que todos daban por gol, esa alegría que al portero le dura
varios días por una simple parada, porque a los porteros les encanta callar
bocas, ver esas caras de la gente cuando paras un balón imposible, las manos a
la cabeza del jugador que ha tirado y celebraba el gol. Son momentos únicos que
solo pueden vivir los porteros, momentos que no hay palabras para describirlos,
momentos perfectos.

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